diumenge, 11 de juliol del 2010

El mañana

Después de participar en una manifestación cifrada en 1.100.000 de personas según la Guardia Urbana y 1.500.000 según los organizadores -Òmnium Cultural- en defensa del Estatut y de cenar y tomar una cerveza con una amiga con horas de conversación interminable, la llamo hoy.

"Que se vaya todo el mundo a la ***".

Qué rápido se pone de mal humor esta niña, oye.

divendres, 9 de juliol del 2010

¡A comer!

Nunca se imaginó que su estómago fuese de goma.
Ayer, después de trabajar, me contó que se fue a comer a Barcelona con una agradable compañía antes de ir a un "seminario" -del cual no habló muy bien, por decirlo finamente-. Después de dos horas de inagotable parloteo -según ella, insisto-, se quiso quedar también a cenar en la ciudad condal con su compañía.
Su madre siempre ha sido muy estricta con las horas de la comida y no le permite saltarse ninguna si ya no está a tiempo de avisar. Pero de todas maneras, a las 21:43, hora en que ya NO puede saltarse la cena, decidió probar suerte con tan mala pata que la llamó su madre diciéndole que era la última vez que le hacía tirar la comida. "Me sentí fatal, pero bueno. Me salí con la mía" me dijo. Si, claro. Patatas bravas, tortilla de patatas de tres pisos y pollo rebozado con salsa barbacoa suplantaron el plato del hogar.

Al llegar a casa, a las 00:45, vio en la cocina que sus platos aun seguían en la repisa. Un gran plato de judías con bacon y un hermoso pez -nunca se sabe sus nombres- resplandecían enmedio de la oscuridad. Y como tiene memoria de pez, valga la redundancia, empezó a pensar: "¿cómo habíamos quedado? ¿Tiraba la comida o me la guardaba?". Sin saber muy bien que era lo que había acordado tres horas antes, decidió volver a cenar. "Claro, como se puso como se puso, me sabía mal".

Y yo le pregunté: "pero, ¿pudiste comértelo?"

"Al principio sí, seguía con hambre. Pero a la mitad del primer plato ya no podía más".

"¿Y qué hiciste?"

"Seguir comiendo. ¿Qué se pensaba? ¿Qué no podría? ¡Ha! Me dolía el estómago pero yo me lo terminé todo. ¡Para que al día siguiente no se quejara! Eso sí, no sabía que me pudiera caber tanta comida...".

Su prima tiene razón. Lo único en lo que se parecen, es por cazurras.

Tozuda como ella sola.