dilluns, 9 d’agost del 2010

Recuerdos

De sus pensamientos:

"Antes, nunca...

... había estado en un país con tantas ondas, con tantos desniveles. Nunca antes había caminado por tantas subidas y bajadas en un mismo instante, ni los montículos o altiplanos se prolongaban hasta donde me alcanzaba la vista, adornados con tierra desértica y fértil.

... había pasado tanto calor bajo más de 35 grados de temperatura, con todos los poros de la piel mojados aunque sin sentir ahogo.

... había pisado un país tan lleno de historia, ni admirado fachadas de más de 800 años, vírgenes y erigidas sobre el tiempo.

... la fruta que había degustado era tan buena, fresca, natural y variada. La verdura deliciosa y de colores intensos aún no descubiertos.

... me había hartado de falafels, shawarma, pitas, hummus, mutabas ni me había enamorado del sesámo y de los dátiles en los dulces. No había antes visto tantos dulces, industriales y recién sacados del horno; gustosos, densos y aromáticos. Aún no sabía que una de mis perdiciones se podía superar en otro lugar.

... había saboreado tés tan calientes que dejan huella en los labios. Pero increíblemente buenos y apetecibles aún con tanto calor.

... me había sentido tan avergonzada de mi misma delante de una sociedad tan fuerte, tan persistente, tan luchadora, tan esperanzadora, tan digna. Gente con la cabeza bien alta, mirando siempre al mañana con tantos sueños dipositados en él.

... había compartido habitación, horas, camas, charlas, baños, cigarros, alcohol, preocupaciones, sueños, cansancios, anécdotas con otras 13 personas.

... había disfrutado tanto del mediterráneo bajo la luz de la luna una y otra vez, ni había flotado en un lago sin el mínimo esfuerzo. A pesar de que ambos tenían una temperatura superior a la exterior, bañarse en ellos te acercaba un poco más al paraíso.

... y de forma premeditada habia dormido en la arena, congelándome bajo un manto de estrellas que al desaparecer, derretían todo lo que dormitaba sobre la Tierra.

... había andado tanto ni había absorbido tanta información en cuestión de poco tiempo. Absolutamente rendida caía cada noche a la cama sumiéndome en un sueño irrompible. Ni siquiera con gritos de mis compañeras.

... me había peleado con taxistas para que me bajasen el precio del trayecto ni había escuchado tantas historias personales.

... había sentido un escalofrío recorrer mi cuerpo al ver una obra de teatro en un campo de refugiados que narraba como era la vida allí, como eran sus problemas y como en vez de lamentarse cada día, se dedicaban a crear equipos de futbol y a organizar ligas dentro del territorio. Una para las chicas, la otra para los chicos.

... había tenido ganas de llorar tantas veces cuando oía la desesperación escondida bajo un manto de cimiento.

... había sentido tanta rabia y furia contra tantas cosas en las que yo confiaba: Naciones Unidas, la Unión Europea, las organizaciones no gubernamentales...

... había perdido el habla al quedarme atónita con las palabras de otros profesionales, los cuales, solo sabían decir letras vacías de significado, vacías de sentido.

... había notado tanto la discriminación y la polarización entre dos sociedades hermanas y dentro de su propia casa.

... me había subido tanta adrenalina al cuerpo en una manifestación ni había tenido miedo delante de los soldados que nos esperaban. Tampoco me habían temblado las manos ante las autoridades militares, metralleta colgada al hombro, al pedirme el pasaporte.

... me había sentido observada, controlada, agobiada por tantos ojos del ejército ni temerosa de mis palabras, vigilando que salía de mi boca para no levantar ¿sospechas? Ni había tenido que enseñar tantas veces mi nacionalidad, incluso para entrar en una estación de autobuses.

... había visto una infraestructura tan horrible como el muro, destinado a separar y no a proteger como ellos dicen.

... me había sentido tan pequeña en el mundo ni tan impotente contra él. Por las crueldades que se perpetúan sin que reciban castigo, sin que reciban más atención que el sufrimiento de las familias.

... me había sentido tan claramente ¿racista? riéndome de una cultura, de unos vestidos, de unas tradiciones y una estética ridículas, con un discurso rídiculo. Con argumentos victimistas herederos del Holocausto mientras que ellos mismos, con sus acciones, lo ridiculizan.

... me había oído a mi misma defender el sentimiento de la venganza, de comprender la vuelta a las armas, de entender que una vez está todo perdido, todo el resto vale.

... había estado en un país en conflicto permanente desde hace años y que se agrava por momentos, agravio que apaga la luz del final del túnel sin que ni siquiera tú, que vienes de fuera, sin estar contaminada por la situación, puedas encontrar solución alguna. Una situación de la que solo llegas a interrogantes que plantean más interrogantes.

... había visto ni charlado con mis propios ojos con un gobierno que ayuda a su gente siendo corrupto, auyentando, de nuevo, cualquier intento de crear esperanza.

Antes, sí que sabia sobre el conflicto de Israel-Palestina pero nunca antes lo había vivido. Y cúanto cambió esa visión primeriza después de la primera semana. Qué ignorante me sentí al tocar con mis manos, una pequeña aproximación del sufrimiento humano. Y por ello, nunca antes se había reafirmado tanto el deber y el deseo de luchar por aquellos que requieren ayuda".