dijous, 21 de febrer del 2013

A media noche

Siempre digo que no me arrpiento de nada.
Con ello no quiere decir que sea perfecta y que no haya cometido ningún error a lo largo de mi vida. Eso es mentira. Claro que los he cometido (millones de millares de millones) y claro que he maldecido todo ser viviente cuando algo malo ha pasado. Pero siempre me digo que lo hecho, hecho está. El pasado son los días de atrás y lo que importa es forjar y disfrutar un presente para tener un futuro mejor. O al menos, lo más digno posible.
Aún así a pesar de que no me arrepiento de lo que ha pasado en mi vida, siempre guardamos secretament errores, palabras, gestos, vivencias y hechos que no se pueden olvidar por lo mal que te lo hicieron pasar o lo mal que lo hiciste pasar. O por lo poco lógico que parecía todo el sidral que montaste. Por eso se recuerdan: por que son cosas que pasaron, te avergüenzas de ellas y las mantienes presentes para que no vuelvan a ocurrir. Pues bien: ¿qué pasa cuando vuelven a ocurrir y te pones a llorar no sólo de lo ilógico que te está resultando todo además de darte la sensación de que el pasado está volviendo? ¿Qué está pasando?

Bueno, por suerte, hay algo diferente en el hoy que en el ayer y es estar escribiendo estas líneas cutres pero que me están ayudando en forma de terapia. A veces, escribir sobre las locuras de uno mismo te da tal sensación de cutrez y locura que sólo con leerlo te partes de risa.

Un día, hace ya muchos años, monté un sidral que aún me sonrojo con sólo de pensarlo. ¡Sólo de pensarlo! Mis pataletas pueden ser monumentales. Supongo que, como aquella vez, hoy estoy buscando desesperadamente que me hagan caso, que me mimen, que me quieran y que me sienta así.

Lo peor es que, como en la última vez, tenía pareja (es decir, ahora también la tengo, ha!). Y entonces nada de esto tiene sentido por que aunque tu novio sea un tipo tan cariñoso como dormir al lado de una roca de arena, quieras o no, te sientes querida. Más o menos. Es decir, el simple hecho de tener a alguien al lado con quién dormir ya es para sentirte mejor, ¿no?

Pues parece que a mí, con eso, no me basta. Mujeres. Pues sí. Y os voy a decir más: Yo. Porque ni yo misma me entiendo a veces. ¿Por qué me tengo que enfadar por que no pueda quedar con mi novio un viernes cuando pensaba que sí que podría quedar?

Pues porqué me he pasado toda la semana pensando cuando lo podría ver y cuando podría "sacrificar" horas de trabajo para estar con él y él, simplemente, me ha dicho que no puede quedar. Ya lo tengo: es eso lo que me da rabia. El hecho de que me haya preocupado de buscar tiempo libre de donde sea para poder verlo y que a él le de igual. Me da rabia que yo quiera verlo mucho y él quiera verme menos. Y esa estupidez hace que mi locura me diga "¿lo ves? Todo el miedo que has ido acumulando esta semana es de verdad: ya no te quiere, ya no le gustas, se ha cansado de ti". Y aunque puede que sea una gilipollez (o no), me creo esa voz y me da rabia por que empiezo a tener miedo. Miedo a que se vaya de mi lado. Miedo a que se haya cansado de mí. Por que eso es lo que recuerdo del pasado. Eso es lo que vuelve a mi cabeza a media noche.

Recuerdo una persona a la que quise mucho. Y recuerdo la misma experiencia que ahora. Y recuerdo volverme insegura. Y recuerdo discusiones. Y recuerdo a otras. Y me da miedo que se repita la misma historia porque ya la conozco, sé que sentía lo que ahora siento pero no puedo evitar sentirme amenazada.

Y releyéndolo todo es tan súmamente triste y cutre sentirse así. He tenido una pataleta de niña malcriada porque no me están mimando como yo quiero. Esta parte entiendo como puedo superarla porque no, no soy una niña malcriada. Si lo fuese, no estaría escribiendo: estaría chillando, lloriqueando y consiguiendo lo que quiero. Y no, no está pasando (por mala suerte ;) ). Lo que no sé como hacer es mitigar mis deseos de venganza jijijijiji.

En fin, sobreviviré.

Peores cosas se han visto. ¿Qué pasa si me deja?
Que le zurzan, él se lo pierde.

Además, esta vez, tengo un plan B ;)

¡Buenas noches!

P.D: Lo he releído. No me he partido de risa. Más bien me he dado pena.


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