dimarts, 1 de març del 2011

Secretos azules

Todo el mundo tiene juguetes. Los bebés tienen sonajeros y a medida que van creciendo, los cambian por muñecos, robots, coches, barbies, juegos de mesas, teléfonos móbiles, wii's, Play Stations, juegos de ordenadores, ... hasta que se hacen mayores y abandonan gran parte de ellos -exceptuando aquellos que son especiales- o bien los cambian por otros. Este cambio se produce especialmente entre los adultos y, sobretodo, cuando empiezan las relaciones de pareja a cierta edad. Los niños y las niñas -que ya no lo son tanto -, puede que adquieran este nuevo tipo de juguetes: los sexuales. Y aún más hoy en día, tan de moda ultimamente.

Mi amiga tiene uno de ellos. Dos, de hecho. Uno se lo compró en un tupper sex por hacer la gracia. Aunque al final, quién hizo la gracia con el vibrador fue su madre que lo mostró toda orgullosa a sus amigas un día por la mañana entre semana en el bar donde hacen el café. El otro, se lo regaló el novio antes de irse a Irlanda y, por sus recomendaciones; chicas: hay que comprárselo. El problema es que es un poquito grande y... azul.

Bien. La niña se lo llevó a su nueva casa de Dublín guardándolo bien escondidito y fuera del alcance de los niños y niñas -de esos que aún juegan con muñecas y Lego-. Me contó que un día de estos, puso las sábanas a lavar aprovechando el buen día que hacía. Se secaron todas a lo largo de las horas a excepción de una pequeña manta que la madre la pone entre el colchón y la colcha por temas de sudor y demás, para que no se estropee el primero. Pese a ello y muy a pesar de la mujer, mi amiga puso las sábanas y la colcha esa noche para poder dormir y dejó esa manta encima de una silla de la habitación para que se terminara de secar y ponerla la noche siguiente.

Pero no hizo falta. A la noche siguiente, la cama estaba hecha. "Yo no la había dejado así", me dijo. Y buscó la manta por si acaso. Efectivamente, la madre había entrado en la habitación y había puesto la manta y hecho de nuevo la cama. "Bueno, pensé. No me gustó mucho la idea porque es mi habitación y esa noche la iba a poner, pero bueno, se lo agradecía de todas formas".

Lástima que al acercarse para coger el pijama y ponérselo, vio en el suelo, al lado de la cama recién hecha, su juguete medio dentro medio fuera de una bolsa de plástico. "Se me cayó el mundo al suelo. A ver, imagínatelo: la cosa es azul, no precisamente pequeña, la bolsa de plástico transparentaba el color y encima se podía leer perfectamente las letras de Love Yourself que tiene en el mango porque este estaba fuera. Estuve a nada de hacerme la maleta y huir de la casa para no ver a los padres por la mañana. ¡¿Porqué soy tan despistada!? Dime, ¿¡Porqué!?".

Y la mañana llegó. Me contó que estaba muy tensa, muy avergonzada y en parte enfadada pero nadie dijo nada. La madre se disculpó por haber entrado en la habitación pero que no podía soportar la idea de que no se pusiera la manta debajo de la colcha. Mi amiga al final le dio las gracias y le dijo que no pasaba nada y cambió rápidamente de tema de conversación.

"Aún no ha mencionado nada".

"Quizá no lo vio", la animo.

"¿Cómo no lo va a ver? ¡Por Dios! ¡Es grande y azul!".

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